¿Está agotado este modelo de vida?
ERNESTO S. POMBO · PERIODISTA
Las grandes mentes pensantes del planeta que dedican su tiempo a cavilar cómo acabar con la inflación y hacer frente a la recesión, deberían de dar un paso más allá para mirar al futuro con otra perspectiva. Y meditar si el modelo de vida que tenemos no ha llegado a su fin; está absolutamente agotado, y necesitamos de un giro radical. Porque vivimos en un edificio que hace aguas por todas partes, con arreglos casi imposibles y que, tras las últimas sacudidas, amenaza con venirse abajo. Quizás lo mejor sea levantar uno nuevo.
Una durísima crisis económica, una pandemia que nos pilló por sorpresa y que se llevó por delante a millones de personas; una guerra a las puertas de nuestras casas, un descerebrado amenazando con volar el planeta, un mundo cada día más convulso, movimientos masivos de refugiados e inmigrantes, desigualdad y pobreza desbocados, caída demográfica mundial, gobiernos en crisis, graves carencias energéticas, efectos climáticos imparables, desabastecimiento de alimentos, deterioro de las relaciones entre países y la previsión de una recesión mundial a la vuelta del verano, en la que ya parecen haber entrado Italia y Alemania, son motivos más que suficientes para no plantearnos la salida a la situación como lo estamos haciendo. Con parches. Con medidas de cheques de 200 euros y bonificaciones de 20 céntimos en los combustibles.
Cierto que la inflación es ahora mismo el primer problema global porque atenaza el consumo familiar. Y eso tiene a los dirigentes del mundo con dedicación exclusiva. Hay países que ya superan el 52%. Y subiendo. El FMI estima que este año será del 7,4% a nivel global y Gran Bretaña, Países Bajos o Lituania se sitúan en el 8,8%; 9,2% y 15,6% , respectivamente. Aunque no está en el top 15, lo cierto es que España sube cinco puestos en el ranking. Aquí estamos horrorizados con el 10,2% de la inflación, la mayor de los últimos 37 años. Motivos tenemos. Aunque nada que ver, por ejemplo, con Turquía que se situará en el 72%.
La deriva inflacionista, en la que estamos poniendo todos nuestros esfuerzos, está descontrolada. Pero no lo es menos la recesión que se nos avecina, la pobreza y el hambre que no para de crecer. 828 millones de personas no tuvieron alimentación suficiente el año pasado en el que el número de hambrientos aumentó en 46 millones, según un informe de cinco agencias de Naciones Unidas. La inflación contribuye a que cada vez más población, además, no pueda permitirse una dieta equilibrada
Pero esto no lo es todo. La invasión de Ucrania supone otro duro golpe a los demás países, excepto China. La propia Rusia, contra la que se establecieron duras restricciones, está saliendo airosa, mientras que Europa comienza a sufrir carencias de gas y cereales, entre otros productos de primera necesidad, disparando los precios de los existentes. Y a ello hay que sumar el fracaso en la lucha contra el cambio climático. Un rosario de errores en el que el último es establecer como energías verdes al gas y a las nucleares, después de ordenar sus cierres.
Los problemas que tenemos planteados ahora mismo parecen indicar que no los solucionaremos con medidas parciales. Algunos expertos sostienen que en el año 2007 el agotamiento del modelo económico da inicio a una crisis en la que seguimos instalados. La política monetaria no sirve y la deuda está disparada, porque el modelo está agotado.
La solución, aun iniciando un camino nuevo y abandonando este destartalado edificio, se antoja difícil y aventurada. Pero algo hay que hacer. Quizás será bueno tener en cuenta al economista Pedro Arias que en una obra de próxima aparición asegura que “las alternativas a la situación existente pasan siempre por devolver a la sociedad el poder perdido al fundarse los Estados. En todas las áreas de la vida colectiva”.
Así que borrón y cuenta nueva, es lo que precisa este mundo nuestro porque el actual modelo de vida está agotado. Completamente agotado.
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