“Nunca me he sentido discriminada por ser mujer, pero sí que me he sentido sola”
El Dr. Rafael López, jefe de Oncología médica del CHUS, define a la profesora Amparo Cano como una de las investigadoras “más honestas y más relevantes” en el ámbito de la oncología actual. Mérito más que suficiente para hablar con ella sobre la situación de la investigación en nuestro país, pero también sobre el diagnóstico y tratamiento de una de las enfermedades más devastadoras de nuestra sociedad. Y, como no, del papel de la mujer en la investigación y en el mundo científico.
¿Puede explicarnos de forma comprensible para un lego, en que ha consistido su trabajo en el ámbito de la oncología?
Nosotros lo que hacemos es investigación básica para conocer los mecanismos que llevan a las células tumorales a producir metástasis. Todo el mundo sabe que la metástasis es la peor consecuencia del cáncer y la responsable de buena parte de las muertes entre nuestros pacientes. Y parte de ese trabajo ha consistido en saber que las células del tumor inicial, para poder hacer metástasis, tienen que disociarse, separarse, y viajar a través del organismo para llegar a otras zonas. A nosotros nos interesaba muchísimo conocer cómo hacían eso, y lo primero que descubrimos es que había una molécula, la Cadherina-E, que hacía que esas células tumorales se mantuviesen unidas entre sí. A mi me gusta decir que son una especie de corchetes que mantienen las células ancladas. Cuando desaparecen estas moléculas las células se separan y eso es lo que les permite –junto con otras características–, escaparse del tumor primario.
¿Y ahí tenemos la metástasis?
No, no solo basta con eso. Este es el paso inicial para que pueda producirse, pero tienen que ocurrir muchas más cosas para que se genere una metástasis.
¿Y se conocen ya todos esos procesos?
No. Solo para conocer este primer paso, hemos necesitamos muchísimo tiempo, muchos años. Inicialmente describimos que las cadherinas se pierden según los tumores se van haciendo más agresivos. Lo vimos, sobre todo, en carcinomas de mama y también de piel. Después nos preguntamos por qué se pierde la Cadherina-E. Eso nos ha llevado mucho tiempo y, finalmente, lo hemos conseguido trabajando conjuntamente con otros colegas. Así descubrimos que existen otros factores que hacen que desaparezca la cadherina, el más conocido es el 'Snail', una proteína que se activa en determinadas circunstancias. Y eso nos llevó a describir otras moléculas, las lisil-oxidasas LOX L 2 y 3 que se expresan más en algunos tipos de tumores, haciendo que Snail se exprese, o se estabilice y reprima la Cadherina-E.
Pero decía que no siempre que hay “fuga” de células tumorales hay metástasis. ¿Qué más tiene que ocurrir para que se produzca?
Efectivamente, como decía antes para que se dé metástasis tienen que ocurrir más cosas, como que las células que llegan a un órgano diferente del original –por ejemplo en cáncer de mama llegan al pulmón–, tienen que encontrarse a gusto, tienen que encontrar un ambiente propicio para crecer. Y también hemos entendido un poco cómo crecen esas células en el pulmón, que es a través de estos genes, Snail y LOX L2, que modifican el ambiente del pulmón para favorecer el crecimiento de las células tumorales.
Y aquí viene la gran pregunta: ¿se ha descubierto cómo evitar la fuga de esas células o su “asentamiento” en otros órganos?
No. Lo único que sabemos por ahora es que Cadherina-E es un marcador pronóstico. En carcinomas de mama hemos visto en la clínica que cuando esta molécula disminuye su expresión en tumores hay más probabilidades de que ese paciente tenga metástasis.
¿Y no hay modo de inhibir la pérdida de la Cadherina-E?
No, por eso decimos que es un marcador pronóstico; sabemos qué va a pasar pero no podemos evitarlo. Ahora estamos trabajando precisamente en eso, en lograr que no se pierda la Cadherina-E y bloquear las otras moléculas. Snail es complicado por sus características, pero en el caso de las lisil-oxidasas creemos que puede haber en el futuro algo que inhiba su acción. Estamos trabajando en ello.
Ya sé que no les gusta nada hablar de plazos, pero cuando dice “futuro”, ¿qué período de tiempo estima que tardará en darse este paso?
Es muy complicado. La Cadherina-E la describimos por primera vez en 1993, estamos hablando de hace 25 años. La existencia de Snail la descubrimos como un regulador negativo de Cadherina-E en el 2000 (han pasado 18 años) y LOX L2 en 2005 (han pasado 13). A mí me gustaría pensar que de aquí a 10 o 15 años podríamos tener esas nuevas terapias, pero no me atrevo a asegurarlo.
¿Cómo llegaste al mundo de la investigación oncológica desde tu disciplina?
Realmente fue muy interesante; yo estaba estudiando los procesos biológicos generales de cómo se unen las células y por eso llegué a conocer Cadherina-E en condiciones normales. Pero tras escuchar al padre estas moléculas pensé que podrían tener algo que ver con el cáncer y en ese momento tuve la gran suerte de conocer a dos patólogos del hospital La Paz que me dieron la posibilidad de estudiar esto en muestras humanas. Y ahí vimos que esta molécula podría ser importante en cáncer de mama y ya me volqué en la oncología.
Lleva muchos años volcada en la investigación. ¿Cómo están las cosas en este momento para los investigadores?
Pues yo creo que estamos en una situación realmente difícil. Venimos de una crisis terrible que ha afectado a todo el país pero especialmente a la investigación porque llegó justo cuando empezábamos a despegar un poquito. Y es tremendo porque hasta ahora hemos perdido una generación de investigadores pero, a este paso, vamos a perder dos. La investigación requiere mucho tiempo –como acabamos de ver–, y aunque ahora se revierta y volvamos a tener unos presupuestos más holgados –que no es el caso, por cierto– eso no implica que se vaya a recuperar inmediatamente todo lo que hemos perdido. Yo creo que estamos en una situación crítica, y si no se vuelve a hacer un esfuerzo por invertir en investigación va a ser muy difícil revertir esto antes de 20 o 30 años.
Muchos científicos critican la falta de interés o sensibilidad de políticos, y de la sociedad en general. Como profesora en la Facultad de Medicina, ¿percibe ese desinterés también en las nuevas generaciones?
Pues mira, en nuestro país contamos con una muy buena Medicina y eso, unido a los problemas de la investigación, lleva a los estudiantes a centrarse claramente en la actividad asistencial. Tenemos muy buenos médicos, buenos clínicos, pero no investigadores. Nosotros en la última década nos hemos esforzado mucho por transmitirles a los estudiantes de Medicina que es absolutamente necesario investigar, conocer los mecanismos para avanzar, pero luego recuperar a los médicos para la investigación es complicado. Despertar vocación investigadora en los médicos es francamente difícil. Y realmente, en nuestros laboratorios, el grueso de los investigadores son farmacéuticos, biólogos, biotecnólogos, bioquímicos… Pero los médicos, por lo menos, conocen el lenguaje de la investigación, para poder aplicarlo a los pacientes.
(Extracto de la entrevista publicada en el número 325 – junio 2018)
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