“Si hay signos de alarma hay que consultar, pero no se puede pensar en ello permanentemente”
Santiago González Moreno es uno de los grandes cirujanos oncológicos de este país. Licenciado en la Autónoma de Madrid amplió formación en Washington. Actualmente es director médico del MD Anderson Cancer Center y presidente de la Sociedad Española de Oncológia Quirúrgica. Con él hablamos de cáncer colorrectal, el de mayor incidencia en nuestro país.
¿Es lo mismo decir cáncer de recto que de colon?
Cuando hablamos de cáncer de colon hablamos de cáncer colorrectal, afecta tanto al colon como al recto, aunque son tramos diferentes del intestino grueso. Tienen sus peculiaridades, pero en la incidencia global se unifica la nomenclatura.
Cuando estos tumores se detectan precozmente las posibilidades de cura son altas…
Altísimas, más de un 95 %.
¿Cómo y cuándo hacer los procesos de cribado?
Están recomendados a partir de los 50 años, aunque los pacientes con antecedentes en la familia deben empezar por lo menos diez años antes de cuando le diagnosticaron la enfermedad a su familiar. Sobre todo si son jóvenes.
¿Y es siempre vía test de sangre oculta?
Efectivamente, el test para ver la sangre oculta en heces es la valoración inicial, pero se puede hacer una colonoscopia de cribado. De hecho, cuando la sangre oculta en heces es positiva la siguiente prueba es la colonoscopia.
¿Qué señales nos puede dar el cuerpo de que algo no va bien?
Cuando percibimos cambios en la forma de hacer de vientre durante un tiempo, en la frecuencia o en las heces, sobre todo cuando aparece sangre. Pero no hablo de un cambio puntual que a todos nos puede pasar, sino que dure varias semanas.
¿En qué se diferencia la cirugía oncológica de otras cirugías? No sé si es una especialidad médica...
Hay países donde está considerada una subespecialidad de la cirugía general y digestiva y funciona como tal, con un programa de formación de dos años. Y otros como España donde no. Llevamos tiempo aportando datos que justifican la necesidad de tener más formación específica en cirugía oncológica porque, a veces, tenemos que utilizar técnicas especialmente complejas. Y no solo operamos, nos coordinamos con los oncólogos que dan quimioterapia, radioterapia y con los patólogos.
Hay nuevas técnicas como la citoreducción y la quimioterapia intraperitoneal, ¿de qué estamos hablando?
Son técnicas avanzadas para tratar tumores de colon que se han diseminado por el abdomen. Cuando ocurre, a determinados pacientes se les puede ofrecer la posibilidad de una cirugía donde se quiten esas siembras y, después, hacerles un tratamiento de quimioterapia dentro del abdomen.
¿Y son accesibles en todos los sistemas de salud?
Sí, están disponibles en centros de la sanidad pública, no en todos, pero sí en algunas comunidades.
¿Qué porcentaje de intervenciones se realizan con técnicas menos invasivas?
Un porcentaje pequeño, como cuando eliminamos pólipos en el colon que son lesiones tumorales incipientes –aunque cada vez se detectan antes– y se quitan con cirugía endoscópica. Luego hay que analizar ese pólipo y, según el resultado, pues o valdrá con lo que hemos hecho o habrá que acometer una cirugía más importante.
Los nuevos quirófanos con pantallas de alta resolución son muy vistosos. Pero para quienes trabajáis en ellos ¿qué os aportan: seguridad, precisión…?
Poder hacer una cirugía más cómoda, sobre todo si es laparoscópica, porque ofrece una imagen más real y nítida y el trabajo es más preciso e incluso agradable. Pero eso no significa que tecnología de una generación anterior deje de servirnos para trabajar. Es la diferencia entre tener un coche bueno y otro un poco mejor, pero para una adquisición de ese calibre hay que estudiar la relación coste-eficiencia.
Por cierto, ¿el estar en contacto permanente con la enfermedad le hace a uno más hipocondríaco o tiendes a relativizar?
Pues la verdad es que relativizas las cosas, aunque va en personalidades, como todo. Es cierto que cuando tenemos algún pequeño síntoma a veces pensamos: “pues esto lo he visto en el paciente de antes…”, y te preocupas. Pero en cuanto lo pones en perspectiva desaparece. Quizás, cuando ves a personas jóvenes con pocos síntomas que han desarrollado cáncer te das cuenta de que lo puede tener cualquiera. Y es verdad. Si hay signos de alarma hay que consultar, pero no se puede estar permanentemente pensando en ello. No se puede vivir así.
(Extracto de la entrevista completa, que se podra leer en el número de mayo de eco)
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